Breve historia de la hermandad del Cristo de las Injurias


El 13 de abril de 1671 ante el escribano público Juan Antonio Fernández de Ledesma, se reúnen D. Francisco de Ribafrecha cura párroco de Noblejas, Juan Gómez Elvira mayordomo y capitán  de una soldadesca que habría de salir el día 3 de Mayo del mismo año y siguientes, Manuel Gómez, Blas Gómez, Leonardo Tejero, Alfonso Tejero, Juan de Navas y Domingo Fernández naturales de Noblejas y oficiales de la misma soldadesca; con el propósito de otorgar poder a favor de Agustín de Rojas y Francisco Ortíz Salcedo procuradores de la Audiencia Arzobispal de Toledo, para que en su nombre pidan la aprobación y confirmación del Cardenal D. Pascual de Aragón Arzobispo de Toledo de las constituciones que han acordado para la hermandad del Santísimo Cristo de las Injurias.

            Gracias al informe que el párroco Ribafrecha emitió como parte del trámite de aprobación de las constituciones a petición del Arzobispo, sabemos:

            Que en 1671 ya llevaban 12 años juntándose[1] 12 cuadrillas de a 5 hombres cada una  que por su devoción hacían la fiesta del Santísimo Sacramento sin hermandad.[2]

            En ese momento de 1671 sólo existía una única hermandad en la iglesia parroquial. Lo hacía  bajo la advocación  de la Sangre de Cristo.

            Las constituciones de la hermandad del Santísimo Cristo de las Injurias fueron aprobadas por el Cardenal D. Pascual de Aragón Arzobispo de Toledo el día 18 de Abril de 1671, tan sólo 5 días después de iniciarse el proceso, una agilidad burocrática que hoy día es difícil de igualar en plena era digital. Constaban de 18 constituciones o artículos de los que resumiremos algunos de ellos:

1º El cofrade que entrare en la hermandad debía pagar 6 reales de limosna para gastos.

2º Que la fiesta se ha de celebrar el día de la Cruz de Mayo de cada año con obligación de decir una misa cantada con diáconos en el altar del Santísimo Cristo de las Injurias, y para mayor celebridad hacer el mismo día una soldadesca[3] sin que en ella entre persona que no sea cofrade, y todos los que salgan ofrecer la voluntad y dicha limosna se debe emplear en cera, ornamentos, retablo, estandarte, bandera y si no en misas por las ánimas de los hermanos vivos y difuntos.

3º Que el Capitán, Alférez, Sargentos y Cabos de Escuadra vigentes han de elegir 7 Capitanes, 7 Alférez, 7 Sargentos y 7 Cabos de Escuadra, meter los nombres en un cantarillo por cargos y el día 3 de Mayo de cada año por la tarde, reunidos los oficiales y los cofrades en la plaza pública sacar un oficial de cada oficio por tiempo de un año. A los seis años se deben renovar los nombres.

4º El hermano que habiendo sido elegido no saliera en la soldadesca debía pagar 3 libras de cera blanca como pena.

8º Si algún cofrade muere han de asistir ocho hermanos, cuatro para llevar hachas de cera y otros cuatro para llevar el cuerpo.

                9º Que no se haya de admitir mujer ninguna en esta Cofradía.

10º Que el Capitán de la soldadesca haya de ser el Mayordomo de la Cofradía y el resto de oficiales han de ayudarle como diputados para todo lo necesario.[4]

18º Si algún hermano o cofrade se quiere borrar pague de pena 2 libras de cera blanca.

No sabemos cuánto tiempo estuvo vigente la norma 9ª de no permitir el acceso a las mujeres. Al menos desde 1831 ya está documentada la entrada de mujeres en la hermandad. Para que accedieran a algún oficio hubo que esperar unos años más, pudiendo ser Florentina Alonso la primera mujer que fue sargento de la soldadesca en 1859. En la década siguiente alguna más formarían parte de la soldadesca como Miguela Redondo, Silveria García Calderón o Margarita Zamorano.

 

            Para poder afrontar los distintos gastos de la hermandad, además de las limosnas y contribuciones de los hermanos, rifas de corderos, hornazos, ventas de estampas del Cristo, con el transcurrir del tiempo la cofradía contaba con fincas rústicas que formaban parte de sus propios. En el Catastro de Ensenada del año 1752 se incluye la relación de bienes y rentas de la Cofradía, siendo estos 22 olivas y un cuartillo de sembradura repartidos de la siguiente manera:      

  • 19 olivas en Agualoca
  • 2 olivas en el Monte
  • 1 oliva y un cuartillo de sembradura en el Camino de Villatobas

Estos bienes, todos en término de Noblejas, eran arrendados por un importe de 32 reales anuales y eran cobrados en carnestolendas.[5]

            Otro de los ingresos con los que contaba la hermandad era a través de una figura que ya ha desaparecido, el Botarga[6], que iba pidiendo dinero por las calles del pueblo en la tarde del día 3 de Mayo.

            El 23 de Abril de 1843 se restaura la Cofradía que al parecer dejó de funcionar en 1841. Se vuelven a aprobar las constituciones, esta vez por el vicario general interino de Toledo D. Tomás Almansa y Villaseñor. En esta ocasión se incluyen dos nuevos decretos:

· Uno consistía en limitar a 12 los individuos que compondrían la soldadesca.[7] Desde 1843 en adelante los empleos de la hermandad serán Mayordomo, Capitán, Alférez, Secretario y los 12 Sargentos.

 

· El otro decreto era la obligación de todos los empleados y cofrades de la hermandad de hacer una ofrenda en la plaza el día 3 de Mayo, de modo que aquel hermano que no hubiera entregado la ofrenda al Mayordomo el mismo día 3 o en los 15 días siguientes, se considere excluido de la cofradía.

De esta manera se estableció por costumbre el que cada día 3 de Mayo por la tarde, al finalizar la procesión, en la plaza pública de la villa en la misma ceremonia que se hacían los nombramientos de nuevos cargos para el año siguiente, como se venía haciendo de antiguo, los hermanos hacían un ofrecimiento, que consistía en entregar dinero para la cofradía. El Mayordomo solía ofrecer 120 reales, el Capitán 60 reales, el Alférez 80 reales y cada uno de los doce sargentos debía ofrecer 20 reales. Mientras que el ofrecimiento de los cargos era de una cantidad voluntaria sin determinar, el ofrecimiento de los Sargentos estaba fijado en 20 reales cada uno.

El carpintero Isidro Guerrero fue el encargado de la compostura de unas andas y escansillos.

            En 6 de Julio de 1852 el Cardenal D. Juan José Bonel y Orbe, Arzobispo de Toledo, concedió 100 días de indulgencias por cualquier acto de devoción que se hiciera ante la imagen del Cristo de las Injurias. A dicha imagen se le atribuye el milagro de librar al pueblo del cólera morbo, por ello y en acción de gracias se celebró una función el día 17 de Diciembre de 1854. Desde antiguo se viene celebrando en Cuaresma los 5 Misereres y otro extraordinario del día 2 de Mayo, en Noviembre la misa de hermanos difuntos.

            Durante la Guerra Civil la imagen del Cristo fue destruida y al acabar la guerra las procesiones de los años 1939 y 1940 se realizaron con un cuadro propiedad de Pilar Zamorano Huerta. Después se elaboró una nueva imagen que conserva de la antigua un pie que se pudo recuperar. Los alabarderos dejaron de salir tiempo después de la guerra hasta que en el año 1980 se rescató esta tradición gracias al trabajo de Manuel Alonso Ballesteros. La actual cruz de madera fue un regalo de Adelaído Rodríguez en 1915. Son muchos los vecinos que a lo largo de la historia han donado distintos bienes para ornamento del Cristo, no vamos aquí a citar a todos, aunque si cabe mencionar que por disposición testamentaria de Valentina García Suelto, sus sobrinos y herederos universales compraron y donaron a la hermandad en 1895 una Cruz de Guía y 2 Ciriales de plata de Meneses.

            La letra del himno del Cristo es obra del presbítero Nicolás Sánchez Prieto en el año 1956, en un principio el himno era cantado, sin instrumentos, usando una melodía del himno a San Juan de Ávila Apóstol de Andalucía. Isidoro Palomino creo la introducción e hizo arreglos musicales para adaptarlo a la banda de música.

            La Junta de Luis García de la Rosa Cañadas 1986-1987 introdujo la figura de los Zurreros, que ataviados con traje regional manchego[8] se encargan de dar bebida y picoteo.

            Desde 1659 hasta hoy son miles los noblejanos y noblejanas que de formas muy variadas han ayudado y colaborado para mantener la creencia en el Santísimo Cristo de las Injurias, y engrandecer la tradición que le rodea, valgan estas líneas como un reconocimiento general a todas esas personas.

Manuel Alonso Rodríguez

[1] El origen de la hermandad podríamos llevarlo hasta el año 1659, aunque serían 12 años después cuando la institucionalizasen.

[2] Por aquel entonces Noblejas constaba de 300 vecinos, aproximadamente unos 1200 habitantes.

[3] Con el tiempo, esta soldadesca recibiría el nombre de Alabarderos debido al arma que portan.

[4] Tiempo después los cargos se separarían, recayendo en personas distintas el oficio de Mayordomo y el de Capitán.

[5] Carnaval

[6] No sabemos con certeza cuál era su indumentaria, pero con seguridad este personaje iba vestido con ropas vistosas, de gran colorido, ridículas, pudiendo llevar remiendos, máscara, capucha incluso cencerro. Este personaje de la cultura popular extendido en otros tiempos se sigue manteniendo en pueblos de Guadalajara a día de hoy. Si alguien quiere profundizar más puede visitar la web de cultura de la JCCM https://cultura.castillalamancha.es/culturaenredclm/las-botargas-en-la-cultura-tradicional-de-guadalajara

[7] Es posible que el número de Sargentos y Cabos de Escuadra hubiera ido en aumento de una manera excesiva, de manera que causara más perjuicio que provecho a la hermandad, consultando el espíritu de la constitución inicial que marcaba el número en 7 Sargentos y 7 Cabos de Escuadra, se decidió  limitarlo en 12 Sargentos y eliminar la figura de Cabos de Escuadra.

[8] Pantalones largos negros, fajín rojo, camisa blanca y chaleco negro.